La creación clama
- Daisy
- 10 feb
- 10 Min. de lectura
Durante los últimos capítulos del podcast hemos estado hablando mucho sobre el descanso, y cómo este se relaciona con la creación. Porque sí, ambos temas se relacionan muchísimo, y están interconectados. Por eso es que el artículo de hoy, así como el capítulo número 8 del podcast es sobre el cuidado de la creación.
No sabría decirte honestamente cuándo partió mi inquietud por este tema, pero creo que por medio del impacto de la industria de la moda en el medioambiente, comenzó en mi una conciencia mucho más grande, y luego de unas conversaciones con amigas y hermanas a quienes admiro mucho, pude empezar a darle sentido a esta inquietud y dolor tan grande que era el sin sentido de nuestra vida consumista, y el impacto en el medioambiente.
Sin embargo, habían tantos discursos dando vuelta -una vez más el tema de cada uno de los artículos- que no sabía que pensar. El relato de génesis me parecía lejano… como si solo fuera la narración del origen de todo, pero que no era atingente a lo que veíamos hoy. Ahí fue que entré en una espiral de desesperación. El cambio climático, las ciudades inundadas, los desastres naturales, la escasez de agua y la sobrepoblación, ¿realmente no hay esperanza? ¿a Dios no le importa que su creación sufra? ¿es el ser humano una clase de virus? tantas preguntas… incluso pensé que no debía tener hijos, porque así reduciría un poco el impacto de más seres humanos en la tierra que solo vendrían a sufrir a causa de los desastres naturales. Realmente no lo podía entender. Además de todo esto, ver a cristianos que poco y nada les importaba lo que pasaba alrededor, que estaban desconectados de la realidad actual -y eso se puede extrapolar a muchas otras situaciones- me giraban tantas preguntas en la cabeza, pero la que más resonaba con inquietud era:
¿A Dios le importa lo que está pasando en el planeta tierra?
Y por misericordia encontré la respuesta, y es sí. MUCHO MÁS DE LO QUE CREES.
En mi camino de descubrimiento, conecté con personas que tenían las mismas preguntas, y que habían recibido respuestas, personas que tenían una visión revolucionaria -aunque en verdad no tanto- sobre quién es Dios, quienes somos nosotros, y nuestra relación con la creación.
Recuerdo que tomé talleres, leí artículos, conversé con personas y leí libros, y cada vez me convencía y convenzo más de que cuidar de la creación, es esencial en la vida de un creyente, tan importante como lo es orar, tan importante como es discipular.
De esto nos habla el libro Sabios con el planeta de Dave Bookless, del cual les estaré contando un poco en este artículo, sumado a lo que por meses, o años tal vez, llevo aprendiendo sobre la importancia de la creación en el plan salvífico de Dios y tratando de hacerlo parte de mi vida. Por eso el capítulo de hoy vamos a hablar de esto desde la perspectiva de Dave, y la mia también.
El cambio climático no es el verdadero problema
El problema es que por largos años, los seres humanos hemos entendido y vivido nuestra relación con la tierra de una manera errónea. Hemos vivido por largos años una vida que sencillamente no es sostenible. El modelo se distorsionó y su causa no es solo un sistema capitalista, sino que nuestro corazón.
La raíz de los desastres naturales, del cambio climático y del deterioro de la creación está en nuestros corazones amadores de sí mismos, desconectados de Dios, de los otros y que desconocen su identidad. Aunque tuviéramos una cura mágica que detuviera el cambio climático ahora mismo, nuestro corazón separado de Dios nos llevaría nuevamente a una vida de desenfreno y de abuso medioambiental.
Pero aquellos que venimos a Cristo, quienes somos reconciliados con Dios y vivimos para Él, quienes deberíamos vivir vidas distintas en consonancia con nuestra identidad de criaturas e hijos, muchas veces también vivimos como si la Creación no importara, como si nada hubiera cambiado en nosotros, viviendo vidas que explotan a diestra y siniestra, sin medir las consecuencias ni pensar en lo que Dios ama, y en lo que a Dios le importa.
“El cuidado de la creación es esencial en el hecho de seguir a Jesucristo. No es un añadido opcional, sino parte del núcleo de nuestra fe” (p.25) Dave Bookless
Seguir a Cristo significa ver el mundo con nuevos ojos, con una nueva conciencia, pero nuestra cultura egocéntrica nos ha puesto a nosotros en el centro, y aún cuando la biblia no se trata de nosotros, sino que de Dios, vivimos y actuamos como si nosotros estuviéramos en el centro. Debemos entender que en el panorama de amor creativo y de salvación, no somos los únicos personajes de la historia.
La creación clama
Génesis es un libro clave para entender nuestro propósito cómo seres humanos, pero también el propósito de la creación. En primer lugar nos enseña que Dios creó todo de la nada, y a la vez nada se compara a Él. Por lo tanto, lo primero que nos revela la creación es que Dios existe en una realidad diferente del universo creado, y enfatiza la singularidad de Dios. Por eso creer en la madre tierra, u otorgarle divinidad a la naturaleza es idolatría, porque confunde lo creado, con el Creador.
En segundo lugar, podemos ver en Las Escrituras que la creación es obra de las manos de Dios, y por lo tanto, nos comunica mucho sobre quién es el artista. Romanos 1:20 dice “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” LA CREACIÓN ES EL ESPACIO NATURAL EN DONDE ENCONTRAMOS A DIOS, porque todo está gritando quién y cómo es el artista. Además, no solo nos revela su poder, sino que nos muestra quién es Él a través de los detalles, los ecosistemas, las interrelaciones y conexiones, todo habla de un Dios relacional y amoroso. ¿Cómo nos hemos distanciado tanto de la naturaleza si esta nos está revelando a Dios constantemente? “Toda la creación fluye del amor que existía antes de todo en la Trinidad” y nos enseña que los seres humanos no estamos aislados, sino que somos parte de esta interdependencia y relación con Dios, los otros y la creación.
En tercer lugar, Dios está comprometido con la creación. La historia bíblica nos muestra que la relación de Dios con la creación no terminó tras los 6 días de Génesis 1, sino que Él constantemente está en relación con su creación sosteniéndola, manteniéndola, cuidándola y renovándola (Salmos 36:6, 65, 74:16-17). Dios ama su creación y hasta hoy está íntimamente conectado con ella. Si vemos Colosenses 1:17 “Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” podemos notar su compromiso en sostenerla. Cuando entendí esto me abrió la mente, porque pude darme cuenta que en medio de un mundo lleno de noticias catastróficas frente al futuro del planeta, hay esperanza en que esta tierra y el futuro de esta no está en nuestras manos, sino que en las de Dios, y a ÉL SI LE IMPORTA, Y SIGUE PROFUNDAMENTE COMPROMETIDO EN SOSTENERLA. “Sin la biblia podemos ver a Dios en la creación, pero nos hace falta la Palabra para conocer el panorama completo. Y al revés también, la creación ilumina e ilustra el relato de la palabra”
En cuarto lugar, la palabra nos enseña que esta creación le pertenece a Dios, “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.” Por muchos años, hemos escuchado que Dios hizo la creación para nosotros y nuestro disfrute, pero esa no es la verdad completa. La verdad es que Dios creó la Tierra y la naturaleza para ÉL y su gloria, y por lo tanto le pertenecen a ÉL. De la misma forma nosotros, quienes fuimos creados para Gloria de Cristo, y le pertenecemos a ÉL en cuanto criaturas somos. Dios es el propietario de la Tierra y todo lo que contiene. Pero nos concede su uso como mayordomos y cuidadores. “Todo le pertenece a Dios y nosotros somos responsables ante Él de cómo lo usamos y lo dejamos” (p.42). Todo ha sido creado por medio de Jesús y para Jesús y haya propósito en ÉL. Sin embargo, ¿Vivimos como si esta Tierra le perteneciera a Jesús? ¿Cómo la estamos tratando?
En quinto lugar, nuestro rol y quienes somos como seres humanos. En el artículo del descanso, vimos sobre cómo reconocer que somos criaturas del polvo, barro, nos hace recordar que somos frágiles y finitos, pero tendemos a olvidar eso… y creo que ese ha sido uno de los errores que hemos cometido por largos años y que nos han hecho vivir de una forma que ha dañado la creación de Dios. SOMOS CRIATURAS Y FORMAMOS PARTE DE ESTA CREACIÓN. Conocer nuestro lugar como seres humanos comienza reconociendo que formamos parte de la creación (p.45) y que somos interdependientes de ella. Pero… a la vez de ser criaturas, Dios nos dio un rol especial, nos hizo a su imagen y semejanza, no dándonos un derecho sobre la creación, sino que un rol y labor de cuidado y administración, tal como hace nuestro creador. Sin embargo, hemos olvidado a tal punto estas verdades, que nos hemos vuelto “tan de otro mundo”, que nos hemos convertido en inútiles para este. Por años hemos permanecido en silencio frente a las injusticias y a la destrucción desmedida de la creación, incluso hemos colaborado en ella, y hoy cuando vemos los resultados que ha traído nos desvinculamos de nuestra responsabilidad y actuamos con indiferencia. Cuando volvamos al origen, a nuestra verdadera identidad como criaturas y administradores, podremos al fin cumplir con nuestro rol de ser reflejo de nuestro Creador y cuidar de su creación.

La Caída, cuando la creación sufre
Cuando entra el pecado, todas las relaciones se rompen. No solo nuestra relación con Dios, sino que nuestra relación con los otros y con la creación, e incluso entre Dios y la creación. Como cristianos nos hemos enfocado en cómo el pecado nos afectó a nosotros, pero olvidamos que inmediatamente hubo una grieta en todas las relaciones. La tierra fue maldita.
Desde una cosmovisión bíblica podemos entender que la raíz del deterioro de nuestro planeta es el pecado y la raíz de la crisis medioambiental es espiritual. Como decía al principio, aunque encontráramos la solución al cambio climático, nada cambiaría porque la raíz no ha sido resuelta, y el pecado y el egoísmo seguiría reinando en los corazones de las personas. A raíz del pecado nuestro rol de cuidar se difuminó a tal punto que en vez de cuidar abusamos, y eso no terminará hasta que los corazones de las personas se acerquen a Jesús.
Y así como aquellos que no vienen a Cristo, tendrán que recibir el castigo de sus pecados, aquellos que destruyen la tierra también recibirán juicio, porque a DIOS SÍ LE IMPORTA LO QUE SUCEDE CON SU CREACIÓN (Apoc 11:18 “ se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas(…), y de destruir a los que destruyen la tierra”).
Jesús, la esperanza en medio de un mundo en deterioro
Así como Cristo es la esperanza para nosotros, quienes estamos separados de Dios y muertos en delitos y pecados, déjame darte la buena nueva de que también Él es la esperanza para esta creación que gime a causa de nuestra maldad. En Colosenses 1:15-20 podemos entender lo fundamental que es Cristo en toda la creación; en primer lugar él es la fuente, en segundo lugar él la sustenta, y en tercer lugar él la salva.
Por eso, fuera de Cristo, no hay ninguna esperanza para la crisis medioambiental.
A pesar de que nosotros fallamos al cuidar de la creación, Jesús no. Él es el Adán que sí cumple su rol.
Cuando entendemos que Cristo está en el centro de la creación, que en él las cosas forman un todo coherente, comprenderemos que la creación está impregnada de su presencia y amor, y que nuestra forma de usar los recursos de la tierra, refleja nuestra alabanza a ÉL. Dios creó un mundo en dónde nada se desperdicia, entonces, ¿Por qué vivimos de una manera contraria?
En Juan 3:16, Dios es claro sobre su plan. Cuando dice “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”, en vez de mundo habla de kosmos. La creación siempre fue parte del plan salvífico. Esto lo podemos ver también en Colosenses 1.20 “y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.” TODAS LAS COSAS proviene de Τα πάντα (Ta pánta) que significa todo en su totalidad, o en la inclusividad total. Jesús vino para restaurar todo lo que había roto el pecado, incluso la relación con la creación.

Un discipulado completo
Seguir a Jesús, y entregar nuestra vida a ÉL y convertirnos en sus discípulos conlleva muchas cosas, entre ellas vivir una vida que le honre. No podemos vivir una vida de derroche, de desgaste, una vida de descontrol y de deterioro de la creación. Si somos sus discípulos, debemos vivir cómo el vivió, y eso significa también cuidar de la creación. Porque cuidar de la creación es una tarea intrínseca a nuestra vida de discípulos y a la proclamación del evangelio. Ser imagen y reflejo de Cristo en la tierra, significa vivir nuestras relaciones con los otros, con Dios y con la creación de una manera restaurada. Muchas veces, nosotros seremos el único Cristo que el mundo conocerá, por lo tanto NUESTRA MANERA DE VIVIR -y de consumir, comprar, comer- SÍ IMPORTA. Debemos recuperar nuestra identidad y el rol que Dios nos dio en el inicio, haciendo honra a la paz que hizo la sangre de Cristo:
Cuidadores
Jardineros
Inquilinos
Mayordomos
Si bien en Génesis 1 entendemos el rol del ser humano como “dominando” la creación; Jesús nos enseña que ser imagen de Dios no tiene que ver necesariamente con poder y subyugación, sino que gobernar y administrar es entregarse para servir a otros. Y cuando nos dedicamos a vivir vidas que reflejen la imagen de Dios y su relación con la creación, nos daremos cuenta que el mismo Jesús ya va delante sanando, restaurando, alimentando, sustentando y trabajando en la creación, y que nosotros solo debemos vivir vidas que manifiestan esa fe y confianza, y que reflejen a Cristo y su restauración en el ejercicio de este rol recuperado.
Vivamos como si la creación importara, como si la naturaleza fuera el espacio en que la presencia de Cristo, nuestro amigo, estuviera. Que nos duela cuando las injusticia y el pecado hacen que la creación gima y que también a través de la manera en que vivimos, podamos ser reflejo del amor de Cristo por nosotros y por su creación.
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